viernes, 19 de diciembre de 2008

¡¡¡¡Piiiii, piiiii, Correos!!!! - ¡En eso estamos!

Experiencia en la oficina de Correos de mi distrito. Postal. Que salgo de mi pueblo y llevando años en esta capital, resulta que no tengo ni pajolera idea de cómo funciona Correos. Primero llego a una oficina blanca y enorme con sólo dos empleadas. Hago cola detrás de un chico moreno con pinta de pijo, un sujeto angloparlante no nativo que articula sonidos anglosajones a través de su móvil, con risitas entrecortadas y yeahs yeahs por doquier. Hago cola detrás de él hasta que termina su turno, la empleada semi-pregunta quién es el siguiente al sonido irritante de piiiiiiiiiiiiiip, y a la lumbre de una miniluz roja que parpadea en algún lugar del techo. Detrás de mí han entrado dos personas a las que me he entretenido en escuchar para adivinar de dónde proviene su dialecto. Manías de una. Estoy encantada con su cantinela dialectal hasta que se percatan de lo mismo que yo: resulta que la cola va por números, y de pronto él se empotra contra la máquina que hay al lado de la cola, para recoger un tiquet, el muy @-+*}<> lo que sea. Sin preguntarme si quiero el primer tiquet que ha sacado, el número 22. Sin ni siquiera mirarme a la cara, sin tener en cuenta y en consideración que llevo como 10 minutos más que ellos en la cola, esperando a que aquel otro @-+*}<> engendro termine de hablar estúpidamente con alguien del otro lado del charco o de enviar su paquete, ¡pero que acabe algo ya!

No, no, miro de reojo a esta pareja de unidades de gentuza, y ni se dignan a decirme, tú estabas primero, pasa tú, ni nada. Es más: llega el momento de atender al siguiente (han transcurrido, a todo esto, unos 4 segundos desde que la empleada del mostrador levantó la nariz para pseudo-preguntar quién era el siguiente) y ni siquiera me miran. No existo en esa blanca oficina de Correos. Me pregunto si llevando a mi lado a un novio con un morramen hasta Lima, que me protegiera ante las colas de ¡2! personas y ante las máquinas de tiquets del mundo, esto me hubiera ocurrido. Qué desvalimiento, cuasi similar al de Madame Bovary. Ay dios mío. ¡Emma!

Eso no es todo porque cuando la culigorda con vaqueros de brillantitos termina su turno, me acerco al mostrador y la empleada dichosa me dice que no, que es el B y que coja número. Tócate los cojones, Mariloles. Hay que hacer un máster para ir a correos, señores. Finalmente me peleo con la máquina, agredida ya en múltiples ocasiones, y hago la cola para recoger mi paquete.

Ay, qué hostilidad, el funcionariado español.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Juguemos a montar una historia


Elementos:


Laura vestida de boda, un zapato de boda, una fondue de chocolate gigante como la anterior, varias copas de más, un camarero que ha visto de todo, unos amigos más contentillos que tú a tu alrededor.


¿Qué ocurre?


jueves, 9 de octubre de 2008

Moniato/Boniato


Otoño. Como llueve tengo ese escalofrío en la espalda de querer meterme en casita, calentita, en zapatillas. Compro unos boniatos/moniatos a 0,99 el kilo. Los he visto y he pensado yupiiiiiiiiii, ya es otoño. A los yanquis siempre les gusta casarse en "the Fall". Será porque es una época bonita/boniata.

Me meto en casa y los horneo, despacito. A la Son-Son y a mí nos encantan estas patatas-zanahorias dulces. Los horneo envueltos en papel de plata. Me meto en la cama a leer, me duermo con la luz encendida, una media hora.

Por la noche, los tubérculos dulces y blanditos todavía están calientes. Pocas cosas han sido más agradables en este día.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Atarazanas

En un día pachucho en la Rambla, un hombre viejo con gafas de concha vende/ofrece/muestra paquetes de klínex en una boca de metro que no se lo traga. Murmura con una voz muy tenue, un hilillo y mira vagamente a la gente, con unos ojos azul celeste. Hace ademán de entregar los pañuelos a cada uno que pasa, con su media voz y su gesto poco resuelto, de forma que nadie le hace el más mínimo caso. De pronto le miro, con cara de pocos amigos, como si eso fuera verdad, como si fuera verdad que no tengo amigos, como si fuera verdad que uno está solo, y tampoco le cojo los pañuelos. Mientras bajo la escalera se me saltan las lágrimas, será el mal día, será el otoño, será el polvo de la estación en obras. Siento tentaciones de volver sobre mis pasos. Será que no tengo unas monedas que escurrir en su mano. Será que a mí no me hacen falta. Entonces prosigo. Una mala mañana la tiene cualquiera. Será eso.

Por la tarde, hundo la cabeza entre las manos y me echo a llorar, despacio, hasta que me escuecen los párpados. Será que no tengo tiempo para llorarlo todo.

lunes, 4 de agosto de 2008

Mesonero Romanos no es sólo una calle de Madrid


Aquí tenéis la causa de mi poco tiempo, de mi desgracia y del abandono de mi blog: el hombre que me tiene robado el sueño estos últimos meses, por fin os lo presento. Espero que nos déis vuestra bendición.

lunes, 21 de julio de 2008

Loreena McKennitt: alfa y omega



Sólo quiero que mis bloguers sepan que ayer tuve una de las experiencias más maravillosas de mi vida, escuchando en directo a la inigualable Loreena McKennitt, con su excelente equipo de músicos. El poder de la música no tiene límites y es un vehículo ideal para hacer llegar a todo el mundo la cultura, que nos hace libres.


Al mismo tiempo, sé que no puedo compartir esta sensación con nadie, así que ahí queda.


Además, he adquirido un colgante con este símbolo celta. Se grababa en los escudos y tiene que ver con la protección y las cruces solares.

lunes, 30 de junio de 2008

¡¡¡Viva la selección española!!!


Por una vez, y sin que sirva de precedente: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Que viva el fúrgol!!!!!!!!!!!!!!!


Esto es para contrarrestar el post anterior, aningunsitioperofurgolero, ¡jejejjejeje!


Un abrazo a todos los que se alegran de que hayamos ganado este estúpido juego de 22 corriendo tras un balón. ¡¡¡¡¡Viva el balompié!!!!!

jueves, 12 de junio de 2008

Huelga de transportistas: por fin alguien da de comer al perro del artista maldito


Porque está en nuestra mano cambiar las cosas, no presenciemos las escenas impasibles ni carguemos contra el prójimo sacando los temas de contexto. Y si ves las barbas de tu vecino pelar, sí, pon las tuyas a remojar, pero con gusto. Y remojemos todas las barbas, hasta las de la mujer hirsuta, que no se diga que aquí, en este país nos tose nadie. Que no se diga que este es el país del "vuelva usted mañana", que aunque sea verdad, duele y se ha de pagar con la bolsa o la vida.

martes, 10 de junio de 2008

Figareixon



El barbero de Glastonbury. Donde se arreglaba los pelos y las barbas Lanzarote para ir al encuentro de Ginebra.

viernes, 23 de mayo de 2008

Las brumas de Avalon II


Como véis, encontré la rueda de las direcciones y, adivinad qué...



¡¡¡Estaba Camelot!!!

Ahí mi dedito señalando la mítica ciudad de caballeros y princesas, aquella hacia donde la dama de Shallot no podía mirar.

"but she looked down to Camelot"...

lunes, 19 de mayo de 2008

El misterio de la incomunicación humana


O de lo difícil que es hacerse entender. O de ermitaños/eremitas. O de apartarse a vivir solo porque esta sociedad no te acepta, o peor aún: los individuos no te aceptan. Ver, oír y callar. Y si no quieres oír y mucho menos callar, no te queda otra que hacerte ermitaño.

jueves, 15 de mayo de 2008

Las brumas de Avalon I


Cuando fui a visitar a mis queridos amigos Hatsue y Aningunsitio me ocurrieron varias desgracias de las que aún no he podido recuperarme, y es que en la actualidad vivo en un mundo goyesco de Parcas negras y de monstruosos aquelarres, en el más absoluto de los silencios...

Pero aparte de todo eso, pude visitar el muy mítico y apasionante reino de Avalon, claro que sólo unos pocos privilegiados logramos divisarlo entre las nieblas del Tor, el monte y la torre que se encuentran a las afueras del precioso pueblo de Glastonbury, donde tuve la oportunidad de adquirir ciertas chucherías de reminiscencias celtas (no así unas runas por las que me pedían la friolera de 26 libras), como unas chapas que rezan "BeWitched" y "my other car is a broom", que estoy segura de que serían muy del agrado de mi querida Hatsue. No penséis que eso fue lo único que compré, porque tuve la gran suerte de encontrar un hermoso calendario en forma de rueda de la diosa celta que, como sabéis, mis queridos instruidos e ilustrados amigos, no es otra que la Madre Naturaleza dividida en varias épocas del año, coincidentes con las festividades célticas, y representada en la figura de las distintas facetas de la mujer.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Cosas de abuelas

Hay tres cosas en la vida que siempre están frías:

1. La nariz de un perro.
2. Las manos de un barbero.
3. El culo de una mujer.

lunes, 28 de abril de 2008

Mi Sí-Cumpleaños


Sobre mis andanzas esta última semana hay poco o mucho que contar, según se mire, pero hoy era obligado escribir, porque es mi cumpleaños, lo demás ya vendrá. He pasado del bonito 25, del cuarto de siglo, del ecuador de la bonita segunda década, del decimoquinto año de existencia de este pequeño ser que se encuentra unas veces in the middle of nowhere y otras mucho más en medio todavía. Como véis, me he puesto filosófica, si es que eso se puede conseguir en un blog de color rosa cuyo último post está dedicado a unas extrañas judías gelatinosas de colores y sabores imposibles.

Hoy, día de mis 26, glorioso momento para la madre que me parió a la edad de 24 años (dios mío, se me pasa el arroz), a las 4.27 de la madrugada de un miércoles (estúpido día donde los haya, e insulso) en el que se había comido un huevo frito que le sentó como un tiro, a la pobre, que vomitaba por arriba un residuo de su digestión y por abajo un pingajo de su corazón. Qué cosas.

Pues hoy, hoy y no otro día, porque es lo que tienen los cumpleaños, que son un día, y al otro día el cumpleaños se ha marchitado ya, y ya no es lo mismo: es tu cumpleaños? no, lo fue ayer! vaya, bueno... ¡¡felicidades?? pero el mío es hoy, hoy, hoy, hoy es mi cumpleaños. Lo imperecedero de los cumpleaños sólo dura 24 horas (¿paradoja?) pero en esas 24 horas lo son, son imperecederos. La gente te dice, ¿te sientes más mayor, cómo se siente uno con X años? y uno responde siempre, haga frío o haga calor, llueva o truene, con un leve levantamiento de hombros, un fruncimiento de labios, que igual que ayer, y todo el mundo se ríe, de forma parecida a cuando vas a un funeral y alguien dice no somos nadie, y todos asienten en silencio o dicen "ya ves", o "desde luego" (los más pedantes).

Así son los cumpleaños, malvados, felices, mágicos y especiales, sólo si tú quieres.

Feliz No-Cumpleaños a todos los que, al contrario que yo, no celebran su aniversario HOY.


"- ¡Vaya! Hoy es mi No-cumpleaños también"


Sombrerero Loco

jueves, 3 de abril de 2008

Creating "true-to-life" flavors


No puedo expresar ni tampoco contener mi dicha al descubrir esta maravilla de la industria norteamericana, ni al comunicaros este hallazgo tan sumamente afortunado. Por eso os voy a hacer partícipes, ya sin más dilación, de mi glorioso descubrimiento casual. Algunos tendréis en mente el maravilloso mundo de Harry Potter, si es así recordaréis las fantásticas, fabulosas y superfirolíticas “Bertie Botts Every Flavor Beans”, esas deliciosas pastillas de todos los sabores del mundo, incluido el sabor a vómito, a cera del oído y otras exquisitas asquerosidades por el estilo. Y es que los mundos mágicos tiene que ser consecuentes con su realidad y con la escatología humana (aunque en Harry Potter no cague ni folle nadie).

Atención, estimada audiencia, aquí la Blavatsky descubrió, el fin de semana pasado, cuando iba al cine, en la tienda de enfrente, en la tienda de chuches y de porquerías varias que se compran y se engullen molestando a la gente que va a disfrutar de veras de la película (menos mal que después del franquismo se prohibió comer pipas en los cines, lo que no se explica es tamaña transgresión en una dictadura: ¡cuántas contradicciones!), descubrió la panacea de las golosinas, algo mucho más trascendental que comer dulces, algo sobrenatural que te otorga unos poderes omni-súper-mega-archi-absolutos sobre el mundo de las papilas Gustavitas: las Jelly Belly!!!!!!!!!!!!!! Con una lista de más de 50, atención, 50 sabores que no se quedan en eso, noooo, sino que se pueden mezclar entre sí, para obtener sabe Dios cuántos sabores más, siguiendo un práctico mini-folleto de “recipes” ¿No os parece absolutamente increíble que esto exista en un mundo muggle paralelo y real como la vida misma? Pues yo estoy fascinada, imbuida de un mundo de sabores que jamás pude imaginar, ni en mis más colosales sueños infantiles.

Las Jelly Belly:
http://jellybelly.com/Cultures/en-US/OurCandy/JellyBellyJellyBeans/Jelly+Belly+Jelly+Beans.htm

Recetas:
http://jellybelly.com/Cultures/en-US/Fun/Jelly+Belly+Recipes.htm

Hay incluso “beans” especializadas para eventos memorables!!:
http://jellybelly.com/Cultures/en-US/Ideas/Halloween
http://jellybelly.com/Cultures/en-US/Ideas/ChristmasHanukkah

lunes, 24 de marzo de 2008

¡Que no es serendipia, que eso es otra cosa!

Parece que siempre vuelve a ocurrir esto de aprender algo un día, oír hablar de ello o leer acerca del asunto y que enseguida vuelva a aparecer en tu vida, en tus películas, en tus lecturas, en tus bocas. No deja de ser siempre curioso y fascinante, y creo que habíamos quedado en que era mero azar, o tal vez una compleja red de interconexiones, puramente estadísticas. Así, cuando leí en cierto(s) blog(s) acerca de Robert Capa y Gerda Taro, hice una observación, sobre otro personaje que aparecía en el post:

“Gerda Taro llevaba colgados de su hombro los aparatos fotográficos. Ella y Capa, también fotógrafo entusiasta, fueron los huéspedes más queridos de la Alianza de Intelectuales, y eso que hubo tantos. Con toda naturalidad, después del inesperado recibimiento de León Felipe, se instalaron junto a nosotros. Iban constantemente al frente y regresaban cansados y felices. La fama de buen fotógrafo de Capa era internacional. Creo que una de las instantáneas más famosas de nuestra guerra, aquella en la que el soldado herido de muerte comienza a caer en la trinchera abandonando el fusil, es suya. Gerda y Capa eran dos seres alegres y jóvenes capaces de reírse cuando el plato estaba vacío, cuando el fotógrafo americano Harry decía que fumaba “yerbas”, cuando Santiago Ontañón decía que las lentejas tenían gusanos que nos miraban, o Darío Cramona hablaba de sus sueños interminables y hambrientos, o Langston Hughes hablaba con diminutivos aprendidos en México. Entre nosotros Gerda Taro se convirtió en la indispensable. A ninguno se le ocurría temer por esta muchacha decidida que con su máquina fotográfica en bandolera se iba al frente como un soldado, y, sin embargo, un día alguien que llamó precipitadamente a nuestra puerta gritó: “María Teresa, en el frente de El Escorial han herido a Gerda Taro”.

[…]


Ésa fue mi primera experiencia; la segunda llamaba a mi puerta para decirme: “En la retirada de Brunete, Gerda Taro iba subida en el estribo de un camión, la rozó un tanque y la han llevado al Escorial, herida”. Cuando llegamos al Escorial ya había muerto. Nos dijeron: “Era una valiente. Como no había anestesia para operarla nos pidió un cigarrillo”. Fumando rabiosamente la operaron, pero no había remedio. Abrieron una puerta y la vimos tumbada en un cuarto vacío, cubierta por una sábana. Qué pequeñita se había quedado. Durante las guerras faltan siempre cajas para enterrar a los valientes. No encontramos ninguna. Por fin nos buscaron un camión y allí, entre cajones, tendieron a Gerda Taro. La guerra, amiga, no tiene miramientos, balbuceamos, y cuando echó a andar el camión nosotros lo seguimos y atravesamos campos ardiendo y casi no nos dimos cuenta de que los aviones franquistas nos estaban bombardeando.
Depositamos a Gerda en el jardín de invierno de la Alianza de Intelectuales. Velamos a la pequeña heroína francesa como a un soldado. Los milicianos le dieron guardia de honor y fueron desfilando comisiones obreras, jefes militares, amigos, vecinas que iban enterándose… y hacían un gran esfuerzo para no santiguarse. Yo dije a la mujer de nuestro portero: “Santíguate, mujer, quién sabe si le hubiese gustado a Gerda verte”. Al día siguiente se llevaron el pobre cuerpecito de Gerda Taro a París, donde fue recibido como el de un soldado que regresa con su deber cumplido. Capa, su compañero, siguió su camino de extraordinario fotógrafo, disparando su máquina como una ametralladora rabiosa. No hubo conflicto donde él no estuviese presente. La vida parecía importarle mucho menos que los testimonios que él recogía y mostraba de las torpezas del mundo y de la angustia de los hombres. Creo que la muerte que levantaba tantas veces su mano, asombrada de verlo cercado de peligros, un día, creo que en Vietnam, bajó su palma y le tapó los ojos, que eran tan claros como un arma, para siempre."


María Teresa León, Memoria de la melancolía

Pues bien, aquí está el testimonio de María Teresa León, por si nos sirve para ampliar perspectivas.

miércoles, 19 de marzo de 2008

La leyenda del tiempo


Tenéis que escuchar esta acojonante canción de Camarón, con letra de un poema de Lorca, que a algunos les interesará saber que pertenece a la obra de teatro "Así que pasen 5 años". Bueno, como no hay palabras para describirlo, mejor os pongo el link de la canción y la letra:




El sueño va sobre el tiempo

flotando como un velero.

Nadie puede abrir semillas

en el corazón del sueño.


¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!

¡Qué témpanos de hielo azul levanta!


El tiempo va sobre el sueño

hundido hasta los cabellos.

Ayer y mañana comen

oscuras flores de duelo.


¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!

¡Qué espesura de anémonas levanta!


Sobre la misma columna,

abrazados sueño y tiempo,

cruza el gemido del niño,

la lengua rota del viejo.


¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!

¡Qué espesura de anémonas levanta!


Y si el sueño finge muros

en la llanura del tiempo,

el tiempo le hace creer

que nace en aquel momento.


¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!

¡Qué témpanos de hielo azul levanta!


Opto por la misma solución que la web de donde he tomado la letra: poner en rojo las estrofas que utiliza Camarón, que son todas excepto el estribillo del poema. Disfrutad, porque es precioso.

miércoles, 20 de febrero de 2008

"Memoria de la melancolía"

Este es mi pequeño homenaje, el mío, a María Teresa León, una mujer comprometida con la época que le tocó vivir, ecritora y dramaturga, como pocos saben y esposa de Alberti, como saben los más:

“...Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y levantada, como la ola que una mar imprevista me arrojara de un golpe contra el pecho. Aquella misma noche, por las calles, por las umbrías de los jardines, las penumbras secretas de los taxis sin rumbo, ya respiraba yo inundado de ella, henchido, alegrado, exaltado de su rumor, impelido hacia algo que sentí seguro. Yo me arrancaba de otro amor torturante, que aún me tironeaba y me hacía vacilar antes de refugiarme en aquel puerto. Pero ¡ah, Dios mío!, ahora era la belleza, el hombro alzado de Diana, la clara flor maciza, áurea y fuerte de Venus, como tan solo yo había visto en los campos de Rubens o en las alcobas de Tiziano. ¿Cómo dejarla ir, cómo perderla si ya me tenía allí, sometido en su brazo, arponeado el corazón, sin dominio, sin fuerzas, rendido y sin ningún deseo de escapada? Y, sin embargo, forcejeé, grité, lloré, me arrastré por los suelos…para dejarme al fin, después de tanta lucha, raptar gustosamente y amanecer una mañana en las playas de Sóller, frente al mediterráneo balear, azul y único...”


Si alguien puede escribir algo más hermoso sobre la persona a la que ama, que me lo digan.


Ella estaba casada con otro hombre cuando conoció a Alberti:


“...En algunos diarios y revistas aparecieron notas, siendo la más divertida la que decía: ‘El poeta Alberti repite el episodio mallorquín de Chopin con una bella Jorge Sand de Burgos’. Se buscaba el escándalo, pues esta Sand –una escritora casada y todavía no divorciada- era muy conocida. Nosotros, mientras, nos reíamos, ufanos de que nuestros nombres fueran traídos y llevados por gentes tan distantes de nuestra dicha, de nuestra juventud descalza por las rocas, bajo los pinos parasol o en el recodo de las barcas. [...] Con María Teresa me pasaba las horas trabajando en algunos poemas o ayudándola a corregir el libro de cuentos que preparaba. Una noche –lo habíamos decidido- no volví más a casa. Definitivamente, tanto ella como yo empezaríamos una nueva vida, libre de prejuicios,...”

martes, 12 de febrero de 2008

Cicatrices antiguas que ya no duelen ni con el cambio de tiempo

¿Acaso esperaba que volvieras en un caballo blanco a decirme que todas las dudas del mundo se habían erradicado por orden del rey se hace saber que todas las princesas quedarán por siempre jamás con sus príncipes azules? ¿Pero en qué mundo vivo?

Se trata de las cien cosas que aún me quedan por decirte…

… y no puedo parar de llorar porque parece que esto me está purgando pero no: es que lo que me está es hurgando.

Cien cosas, o más, me quedan por decirte.
Cuando las pienso, las cien cosas, se me vuelven muchas más, y ya no sé en qué lugar quedan las cien que ya te dije.

Para que vuelvas, te diría cien cosas.

Pero no te las diré.

Las cuento con anhelo, las cuento con recelo. Cosas que me pasan, ahora que estás lejos. Ahora que el abismo chiquitito que nos separaba se ha abierto. Boca de lobo, abismo.

Pero no te las diré, porque quiero que vuelvas.

Para que vuelvas, te diría cien cosas.

Cada día las cuento, con los dedos de la mano. Cada día las cuento. Y al llegar a nueve me quedo igual. Todo lo que vengo tocando se me transforma en una de cien cosas.

Por orden del rey, se hace saber…

Por orden del rey se hacen saber más de cien cosas al príncipe de mis tristezas.

martes, 5 de febrero de 2008

The Highwayman


Este poema me viene obsesionando, quizá porque no tengo todas las claves de la historia: el vocabulario del siglo XIX no es moco de pavo. Sé de cierto que nadie se lo va a leer, además de que está en inglés... pero si alguien consigue penetrar en las primeras estrofas y pasar de ahí, a Umberto Eco me remito, descubrirá esta escalofriante historia que quiero desglosar y que tanto me inquieta. Lo descubrí porque Loreena Mc Kennitt lo musicó en mi álbum favorito, The Book of Secrets. Cuenta la historia de un salteador de caminos que va a visitar a su amada. Bueno, el caso es que el poema acaba mal, mal, mal es poco. Si alguien consigue disfrutar de su belleza... me daré por satisfecha, y si no también, porque lo escucho cada mañana, intermitentemente.


Part One
I
The wind was a torrent of darkness among the gusty trees,
The moon was a ghostly galleon tossed upon cloudy seas,
The road was a ribbon of moonlight, over the purple moor,
And the highwayman came riding-
Riding-riding-
The highwayman came riding, up to the old inn-door.
II
He'd a French cocked-hat on his forehead, a bunch of lace at his chin,
A coat of the claret velvet, and breeches of brown doe-skin;
They fitted with never a wrinkle: his boots were up to the thigh!
And he rode with a jewelled twinkle,
His pistol butts a-twinkle,
His rapier hilt a-twinkle, under the jewelled sky.
III
Over the cobbles he clattered and clashed in the dark inn-yard,
And he tapped with his whip on the shutters, but all was locked and barred;
He whistled a tune to the window, and who should be waiting there
But the landlord's black-eyed daughter,
Bess, the landlord's daughter,
Plaiting a dark red love-knot into her long black hair.
IV
And dark in the old inn-yard a stable-wicket creaked
Where Tim the ostler listened; his face was white and peaked;
His eyes were hollows of madness, his hair like mouldy hay,
But he loved the landlord's daughter,
The landlord's red-lipped daughter,
Dumb as a dog he listened, and he heard the robber say-
V
"One kiss, my bonny sweetheart, I'm after a prize to-night,
But I shall be back with the yellow gold before the morning light;
Yet, if they press me sharply, and harry me through the day,
Then look for me by moonlight,
Watch for me by moonlight,
I'll come to thee by moonlight, though hell should bar the way."
VI
He rose upright in the stirrups; he scarce could reach her hand,
But she loosened her hair i' the casement! His face burnt like a brand
As the black cascade of perfume came tumbling over his breast;
And he kissed its waves in the moonlight,
(Oh, sweet black waves in the moonlight!)
Then he tugged at his rein in the moonlight, and galloped away to the West.




Part Two
I
He did not come in the dawning; he did not come at noon;
And out o' the tawny sunset, before the rise o' the moon,
When the road was a gipsy's ribbon, looping the purple moor,
A red-coat troop came marching-
Marching-marching-
King George's men came marching, up to the old inn-door.


II
They said no word to the landlord, they drank his ale instead,
But they gagged his daughter and bound her to the foot of her narrow bed;
Two of them knelt at her casement, with muskets at their side!
There was death at every window;
And hell at one dark window;
For Bess could see, through the casement, the road that he would ride.


III
They had tied her up to attention, with many a sniggering jest;
They bound a musket beside her, with the barrel beneath her breast!
"Now keep good watch!" and they kissed her.
She heard the dead man say-
Look for me by moonlight;
Watch for me by moonlight;
I'll come to thee by moonlight, though hell should bar the way!


IV
She twisted her hands behind her; but all the knots held good!
She writhed her hands till here fingers were wet with sweat or blood!
They stretched and strained in the darkness, and the hours crawled by like
years,
Till, now, on the stroke of midnight,
Cold, on the stroke of midnight,
The tip of one finger touched it! The trigger at least was hers!


V
The tip of one finger touched it; she strove no more for the rest!
Up, she stood up to attention, with the barrel beneath her breast,
She would not risk their hearing; she would not strive again;
For the road lay bare in the moonlight;
Blank and bare in the moonlight;
And the blood of her veins in the moonlight throbbed to her love's refrain.


VI
Tlot-tlot; tlot-tlot! Had they heard it? The horse-hoofs
ringing clear;
Tlot-tlot, tlot-tlot, in the distance? Were they deaf that they did
not hear?
Down the ribbon of moonlight, over the brow of the hill,
The highwayman came riding,
Riding, riding!
The red-coats looked to their priming! She stood up strait and still!


VII
Tlot-tlot, in the frosty silence! Tlot-tlot, in the echoing night
!
Nearer he came and nearer! Her face was like a light!
Her eyes grew wide for a moment; she drew one last deep breath,
Then her finger moved in the moonlight,
Her musket shattered the moonlight,
Shattered her breast in the moonlight and warned him-with her death.


VIII
He turned; he spurred to the West; he did not know who stood
Bowed, with her head o'er the musket, drenched with her own red blood!
Not till the dawn he heard it, his face grew grey to hear
How Bess, the landlord's daughter,
The landlord's black-eyed daughter,
Had watched for her love in the moonlight, and died in the darkness there.


IX
Back, he spurred like a madman, shrieking a curse to the sky,
With the white road smoking behind him and his rapier brandished high!
Blood-red were his spurs i' the golden noon; wine-red was his velvet coat,
When they shot him down on the highway,
Down like a dog on the highway,
And he lay in his blood on the highway, with a bunch of lace at his throat.


* * * * * *
X
And still of a winter's night, they say, when the wind is in the trees,
When the moon is a ghostly galleon tossed upon cloudy seas,
When the road is a ribbon of moonlight over the purple moor,
A highwayman comes riding-
Riding-riding-
A highwayman comes riding, up to the old inn-door.


XI
Over the cobbles he clatters and clangs in the dark inn-yard,
And he taps with his whip on the shutters, but all is locked and barred;
He whistles a tune to the window, and who should be waiting there
But the landlord's black-eyed daughter,
Bess, the landlord's daughter,
Plaiting a dark red love-knot into her long black hair.

by Alfred Noyes


jueves, 10 de enero de 2008