lunes, 25 de octubre de 2010

Descomposición en piedra

De mí puedes tomar aquello que más te apetezca,
Porque nunca volveré a la tierra a morar como si nada.
Yo nunca volveré a la tierra de la que provengo,
Porque me has convertido en polvo de por vida,
En polvo que no ha de posarse.

Mi alma es por fin inmortal,
Se nutre sólo de toda la grava
En la que me has convertido el tórax,
Y soy de cantos y cascajo ahora.

O tal vez pueda aún volver a la tierra.

La tierra que me pisas es un terrón de cuerpo
Megalítico,
Es mi forma vuelta en cenagal,
Soy una piedra grande sobre la que edificar.

Pero tú eres un dañino destructor,
A pico y pala me has hurgado en los despojos,
Me has sonsacado, removido y meneado,
Te has desprendido de mi carne, la sobrante.

Y me has abandonado a la carroña,
Pues eres cóndor y me sobrevuelas.

jueves, 21 de octubre de 2010

El Humus

El humus que despides
(Estás muerto)
Es el único indicio que de ti tengo,
De que el trigo que brota de tu barba
No es granado,
Ni es humano,
Está viciado.

Y es el humus que despides
El que me hace imaginarte
(Necrofilia)
Creciendo entre mis piernas,
Más adentro,
Espiga y mies,
Rozando lo interpelado,
Como un sarraceno
Que no se haya de cansar nunca de ver carne,
Habiéndole sido negada.

El humus que despides,
Es pestilencia de aislamiento
Es soledad de maizales,
Es mijo y grano de los más resecos,
Eres maíz, como todos los hombres,
Criollo, indiano, colono y emigrado,
Todo ello a un tiempo,
Enmaïzado y enraïzado,
Trigo de moros,
(Que le llaman en mi tierra).

Y de la tierra, se nos levanta el humus
Que persigue mis hocicos diamantinos,
Tan avezados en la muerte blanda,
Acostumbrados
Tanto,
A la constante harvest,
Que es recogida,
Y otoñizante,
Como mazorcas, como panojas,
De tanto vello y de tan espeso,
Que el mismo humus
Se pudre lento.

jueves, 14 de octubre de 2010

Luciferias II

I know that we are young and that you may love me,
but I just can’t be with you like this anymore…
Alejandro…


¿Crees que puedes irrumpir
Con tu músculo supino
Ante mi augusta presencia
Como súcubo,
Cual diablo,
De mi amarga soledad,
De mi agorero aislamiento?

¿O que puedes cercenar
Las membranas de mis dedos
Como un palmipedicida,
Con esa luciferina
Pasmosa eclesiastanía,
Remirado y colombino,
Santurrón y pudibundo
Melindroso hijo de perra?

¿Que puedes abrirme la carne
(¿crees?)
Cabronazo ensimismado,
Subnormal profundizado?

¿La rabia que me carcome,
Crees que viene de aquí adentro,
De las pulsiones que sufro
Por culpa de tu subyugo
Porque eres tú mi verdugo,
La cupletista afligida
Que yo fui en mis otras vidas
Me alienta con estertores
A fumarme lo que queda
De esta vida de mentira?
Pues en lo cierto estaremos
Si convenimos, Demonio,
Íncubo precioso y blanco
Que debemos separarnos
Y no hablarnos de pecado.

jueves, 7 de octubre de 2010

Hombre unicornio o vampirismo de argento

Cuando tú te conviertes en unicornio,
Frunces el ceño,
Apuntas recto,
Lo ves muy claro,
Bizqueando,
Enfilando.
Tu cuerno es del mejor marfil que me pueda imaginar…

Cuando tú te conviertes en unicornio,
Eres una pelusa inquieta,
Blanca,
Suave,
Lúcida,
Como un fabuloso Platero en negativo,
Y me corres a cornadas.

Cuando tú te conviertes en unicornio,
A veces te persiguen,
Furtivos,
Mercenarios,
Combatientes,
Cazadores,
Y te desnucan el aliento con un tiro.

Cuando yo te convierto en unicornio,
A veces sangras,
Por un disparo.
Yo te deseo
Y bebo tu savia.
Estás hecho de la misma sangre de plata que yo,
Cuando yo te convierto en unicornio.

Y se amaron dos unicornios,
Mire usté qué maravilla.