domingo, 29 de julio de 2012

Fear and Loathing in Columbus

Columbus me persigue desde el corazón de la ciudad,
Me hostiga y me importuna
Con los más cínicos avisos de cautela,
Columbus me ama y me protege.
Entonces, ¿por qué no corre a advertirme,
Presuroso, acalorado, diligente y exaltado,
De que vas a romperme el alma,
De que vas a beber mi sangre,
A desgarrar mis quijadas y a herirme entera sin pausa?
Porque sé que vas a abrir mi carne a dentelladas,
Vas a horadar la punta de mi lengua,
Vas a llenar de plasma mis orejas,
Volviendo para perforar mis dos pulmones,
Para acabar rompiéndome los huesos.
Y yo no haré nada por evitarlo,
Porque has entrado a fondo en mis dolores,
Has rescatado el pálpito inaudito
De que amarte me haya de dar tanta vida y tanta muerte
Que se me descalabre la osamenta en el intento.
Y mientras pulverizas mi esqueleto
Voy a mirar debajo de tus uñas,
¿Voy a encontrar raíces, tierra, esperma?
¿O es que hallaré barniz, ceniza y polvo?
Si no sé lo que piensas, en tu pecho,
¿Voy a desenterrar el nudo que te come desde adentro?
¿Voy a rascar la sarna que te consume entero?
¿O voy a revivir los rescoldos de tu entraña
Soplando delirante, extraviada y perturbada?
¿Voy a teñir de añil esos ojos aguaclara?
¿O a salpicar vinagre en las heridas de tu médula?
¿O a coronar de espinas tu frente almidonada?
¿O a desmontar las fresas de tus hígados dolientes,
Y a demoler el hierro de tu abatida esencia,
Para fundir en negro esta historia para siempre
O para abrir rincones que te piquen, prurito?
Con esa comezón que me quema en la carne,
¿Voy a poder lijar tu índole descarriada?
¿O voy a derramar la tarde en tus mejillas?
¿O a desatar el vino que te corre en las venas,
En un caudal que haga llorar a las comadres,
Un opulento chorro de temor y coraje,
Un manantial, un germen para tu áspero sosiego?
¿He de empezar tirando de tus vellos de oro
Por construir cadenas que te aten a la vida,
Y depurar rastrojos en tu pecho de hombre,
Intrépido y locuaz, acuciado y ungido?
Pues voy a preparar los ungüentos de antaño,
Y voy a desligar mi melena de diosa
Para que el escarmiento de tu voz sea a un tiempo
Mi alma y mi quimera,
Entelequia de savia,
Madera que se quema en la luz de la lumbre,
El ave que resurge en la noche de olvido
Y que me sobrevuela y que gime rapaz,
Y que aquí se me posa
¡Y más polvo de estrellas!
Porque la mariposa de ti se me rompe
Y se me caen sus alas de maravilla triste,
Porque tengo más terror de las arañas de Columbus
Cada vez que vislumbro el recelo en tu aliento.
Y Columbus me arrulla en las horas sin sol,
Y me trae tan despacio miles de mariposas,
Moscas, polillas, tábanos y fireflies,
Que me revolotean en el cutis y en el pubis
Como cien serpentinas de nombre inconcluso
Cuando te invoco a ciegas en medio del silencio,
Y te suplico a sordas que no acabes conmigo,
Y que quiero saber de qué tienes tú miedo,
Por mariposear en tus pómulos de viejo,
Por mudar en tu hálito el olor a congoja
Por hacer confesión de mi horrible paradoja,
Y desencadenar la tormenta más fuerte que ha pasado por Columbus,
Cuando tus ojos chicos se me figuran ascuas,
Cuando tu piel de azufre se me ha tornado en brasas,
Cuando no sé si debo esperarte despierta
O andar de ave nocturna por las tantas galaxias,
O recostar el llanto en esta sien eterna,
O morir de cirrosis y de amor en carne viva,
O descascarillar mi tez rosa y picada
Para que pueda entrar tu mirada de sol, en estos recovecos de umbrío desierto,
De yerma, inoculada y precisa agonía,
Cuando Columbus sangra mi oreja de penas
Y expía mi impaciencia con más horas de asfixia
Para dejar que llueva en mis días de funerales yanquis,
En mis jornadas mansas de bodas yanquis,
En mis elucubraciones de amantes yanquis.
¿Y voy a renunciar al maíz de tus labios
Si alguna vez querré que los sarmientos, las tripas,
El corazón, los filamentos, las larvas y las briznas
De tu cuerpo infame
Reverberen en las noches del Cuatro de Julio?