viernes, 19 de diciembre de 2008

¡¡¡¡Piiiii, piiiii, Correos!!!! - ¡En eso estamos!

Experiencia en la oficina de Correos de mi distrito. Postal. Que salgo de mi pueblo y llevando años en esta capital, resulta que no tengo ni pajolera idea de cómo funciona Correos. Primero llego a una oficina blanca y enorme con sólo dos empleadas. Hago cola detrás de un chico moreno con pinta de pijo, un sujeto angloparlante no nativo que articula sonidos anglosajones a través de su móvil, con risitas entrecortadas y yeahs yeahs por doquier. Hago cola detrás de él hasta que termina su turno, la empleada semi-pregunta quién es el siguiente al sonido irritante de piiiiiiiiiiiiiip, y a la lumbre de una miniluz roja que parpadea en algún lugar del techo. Detrás de mí han entrado dos personas a las que me he entretenido en escuchar para adivinar de dónde proviene su dialecto. Manías de una. Estoy encantada con su cantinela dialectal hasta que se percatan de lo mismo que yo: resulta que la cola va por números, y de pronto él se empotra contra la máquina que hay al lado de la cola, para recoger un tiquet, el muy @-+*}<> lo que sea. Sin preguntarme si quiero el primer tiquet que ha sacado, el número 22. Sin ni siquiera mirarme a la cara, sin tener en cuenta y en consideración que llevo como 10 minutos más que ellos en la cola, esperando a que aquel otro @-+*}<> engendro termine de hablar estúpidamente con alguien del otro lado del charco o de enviar su paquete, ¡pero que acabe algo ya!

No, no, miro de reojo a esta pareja de unidades de gentuza, y ni se dignan a decirme, tú estabas primero, pasa tú, ni nada. Es más: llega el momento de atender al siguiente (han transcurrido, a todo esto, unos 4 segundos desde que la empleada del mostrador levantó la nariz para pseudo-preguntar quién era el siguiente) y ni siquiera me miran. No existo en esa blanca oficina de Correos. Me pregunto si llevando a mi lado a un novio con un morramen hasta Lima, que me protegiera ante las colas de ¡2! personas y ante las máquinas de tiquets del mundo, esto me hubiera ocurrido. Qué desvalimiento, cuasi similar al de Madame Bovary. Ay dios mío. ¡Emma!

Eso no es todo porque cuando la culigorda con vaqueros de brillantitos termina su turno, me acerco al mostrador y la empleada dichosa me dice que no, que es el B y que coja número. Tócate los cojones, Mariloles. Hay que hacer un máster para ir a correos, señores. Finalmente me peleo con la máquina, agredida ya en múltiples ocasiones, y hago la cola para recoger mi paquete.

Ay, qué hostilidad, el funcionariado español.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como todos sabemos el funcionariado español brilla por su eficiencia. Ya Lara lo dijo en su tiempo con su "vuelva vd. mañana". Siempre a esperar horas y después, misteriosamente cambio de fila porque ésta se cierra.

Cuídense y felicidades...por actualizar el blog madame

Anónimo dijo...

pero quién eres, anónimo????

Madame

Anónimo dijo...

Papá Noël. Feliz Navidad XD. Alex

Anónimo dijo...

"Tócate los cojones, Mariloles"

Dix points!

Una serie de post ya con las expresiones de Mme. Blavatsky! XD

Y debo pedir que se deje de citar a Larra cada vez que alguien menciona a un funcionario de correos. ¿Acaso no hay más autores y menos tópicos? ¡Jarl!

PD: Espero, al menos, que el paquete fuera un buen paquete. XD

Marc dijo...

jaja muyt bueno tu texto, con algunas perlitas literarias, me he reido mucho, gracias ;-)

Anónimo dijo...

A ver, déjamele al niño que desarrolle sus referentes literarios, que es de ciencias, hombre!

Querido aningunsitio, sólo te digo una cosa: YouTube "contigo no, bicho".

Gracias a todos!

Feliz Navidad

Madame