martes, 30 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda IV: De cómo la mujer barbuda se une al circo que por allí pasaba (parte i)

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Transité cual alcoyana
Por los cerros de avellana,
Llegando hasta el barbacana
De alguna ciudad de oriente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Escuché la melodía,
Al claro romper del día,
De tamaña algarabía,
Junto al atávico puente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Y divisé la tramoya,
Como una brillante joya,
Luz tras de una claraboya,
Que me nublara la mente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Payasos y domadores:
Alma de conquistadores,
Cultivando sus amores,
Pues son género atrayente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Y me quedé hipnotizada,
Por el color fascinada,
Por todo maravillada
Con pasión adoleciente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Y me maravillaría
Mil veces, ¡Ave María!
Pues accedí a la alegría
Aquella tarde de suerte.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Cuando me acerqué hasta ellos,
Subidos en sus camellos,
Me tocaron los cabellos
Con gracia y afablemente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Me subieron a caballo,
Contamos flores de mayo,
A mí me diese un desmayo:
Son los sueños aliciente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Cantaba yo tonadillas
Con voz de mil abubillas,
Y freía empanadillas
Con soltura bienhaciente.

Camina grandilocuente,
Circo de insólita gente.

Y aunque gastara lanillas,
Yo no tenía ladillas,
Y en todas sus alcobillas
Me metía muy ardiente.

viernes, 26 de marzo de 2010

El soneto del hombre lobo, versión remasterizada

Gracias a la colaboración de mi amigo Arnau Pastor, hoy el soneto del hombre lobo está ilustrado. Disfrutad del arte:



A un lobizón divino

Guifredo el Velloso era, a tu lado,
Lobo un imberbe de marca mayor
Pues no ha habido peludo, ¡ay, mi amor!
Con un talante menos rasurado.

Licántropo fiel, nunca estás helado,
Eres de vaho y despides calor,
Gran estufilla de humo y vapor,
Monstruo falaz, mi lobezno salado.

Hombre lobo hermoso, feliz me haces,
Con tu pestilencia y tu torso hirsuto
Diente amarillo y afiladas fauces,

Te amo, luna llena, abrazo enjuto,
Huelgo porque me mezas y me caces;
Tu aliento matutino es un esputo.

Versos de la Mujer Barbuda III: De cómo la mujer barbuda pasa días libidinosos en un burdel (parte iiii y última de esta parte)

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pero me pasaba pronto,
Tal como un berrinche tonto,
Cuando me daban el monto,
Muchachos a la leonina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Un buen día el intendente
Se presentó de repente,
Dijo que estaba caliente
Que le diese mi aspirina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Le insté a que guardara turno,
¡Le tocaba en el nocturno!
Se me puso taciturno,
Y me tachó de asesina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Qué bruto aquel concejal,
Se portó como animal,
Como un obseso sexual
Me trató cual campesina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y me armó tal altercado
Montó tal desaguisado,
Que su jeto amembrillado
Magullé de una azotina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

¡Cómo berreaba el bestia!
Sin ni pizca de modestia,
Resultaba una molestia
Para toda bailarina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

La madame compareciera
Con su traje de hechicera,
Y se apareció altanera
Para darme regañina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y al verlo tan malherido
Dando aullido tras aullido
Me espetó con un bufido
Que marchase a la cocina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Entonces hubo consejo,
Tras de un extenso bosquejo,
Amén del alguacilejo,
Me encerraron cual ovina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Así que en el putiferio
Me sentía en cautiverio,
Y tras de aquel vituperio,
Marché pronta, presto, asina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda III: De cómo la mujer barbuda pasa días libidinosos en un burdel (parte iii)

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me amaban así, tal cual,
Con un afecto abismal,
Viniendo a mi bacanal,
Sin voces de celestina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Así era que en el burdel,
Yo me dejaba la piel,
Por pocos besos de miel,
Me llamaban la divina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pues no existía cincel,
Que no esculpiera en dosel,
Ni esparciera besamel,
En mi pelvis danzarina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Collar de perlas blandía,
Dado con asimetría,
Y sin sufrir afonía,
Ni entrarme la escarlatina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pero a veces la tristeza,
Me hacía ver con certeza,
Que sólo con mi altiveza
No me hallaba yo benina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y a veces con extrañeza,
Me embargaba la flaqueza,
Deprimida con presteza,
Volvía a ser chiquitina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me acordaba de mi pena,
De mi casita serena,
De la torre de mi almena
Donde me sentí heroína.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pero entonces memoraba,
Aquella noche tan brava,
En que me abofeteaba,
Mi padre en aquella esquina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Para escapar de la hiel,
Me fugué de mi dintel,
Pues en casa del lebrel,
Ya me tenían inquina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Así contaba mi historia,
Ya sin ansia adulatoria,
A quien, sin escapatoria,
Me pillase una llantina.

lunes, 22 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda III: De cómo la mujer barbuda pasa días libidinosos en un burdel (parte ii)

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Las ropas arzobispales,
Se quitaban muy puntuales,
Con aspavientos joviales,
Sin miedo a la guillotina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y no era cosa de magia,
Ni tampoco antropofagia:
Cortaba su verborragia,
Con mi destreza ladina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Que yo estaba cultivada,
Para nada era apocada,
Leída, culta, letrada,
Me enojaba la pamplina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Por eso grandes poetas,
Se morían por mis tetas,
A todas las alcahuetas,
Perseguían por mi ruina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Sobornaban con monedas,
Para cruzar mis barredas,
Saltando entre las mohedas
A la vieja sibilina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pobres del amor ardiente,
De lujuria penitente,
Los poetas son la gente
Que más veces traga quina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pues son piratas ilusos,
Creen robarte los usos,
Más tú los pillas, obtusos,
Con pericia alejandrina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Si les derribas el verso,
Con un combate perverso,
Te entregarán su universo,
Si tiras la bambalina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Yo, buena interlocutora,
Y tenaz abogadora,
Muy poco censuradora,
Con mi verdad cristalina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y los conquistaba presto,
Los ponía bajo arresto,
Me respondían aquesto:
“Tú sí que no eres cretina”.

jueves, 18 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda III: De cómo la mujer barbuda pasa días libidinosos en un burdel (parte i)

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me convertí en una amante,
Llena del ansia apremiante,
Con abdomen acuciante,
Con abertura ambarina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Pronto mi tez aberrante,
Dejó de ser vergonzante,
Resultando exorbitante
Para toda picha fina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me reconcilié conmigo,
Me autoretiré el castigo,
Me autoexaminé el ombligo,
Para hacerme concubina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Y a todos los hice machos,
Hordas de grandes hombrachos,
Para mí sola, ¡penachos!
Mas con toda disciplina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me volví toda una experta,
En lo de andar entreabierta,
Guardando mi contrapuerta,
Con falsa seña mohína.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Parece que estoy de vuelta,
Y me recuerdo resuelta,
Entre los pollos muy suelta,
Con pechos de gelatina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Me deseaban con mis lanas,
Más que a las caucasianas,
Pues aunque eran más fulanas,
Yo dominaba la esquina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Atendía a generales,
Con caricias bilabiales,
Visitas arciprestales,
Recibía, clandestina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Revistas archiducales,
Con agasajos cordiales,
Daba a mis habituales
Con una potencia equina.

La pátina femenina,
La matriz adamantina.

Escrutinios diaconales,
Sufrían mis genitales,
Delicias epiteliales,
Si aguardaba escabechina.

martes, 16 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda II: De cómo la mujer barbuda cría barba y acaba por dejar la casa paterna en busca de nuevas correrías (parte iiii, última)

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

La paliza del patriarca,
Dio la vuelta a la comarca,
Un pulmón casi me encharca,
Venga a darme zurrapelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Así yo de casa huyera,
Quedando como fullera,
Así desapareciera,
Antes de volverlo lelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Vagué solita y errante,
Con la mirada expectante,
Un miedo escalofriante,
De encontrarme a un cabronzuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Pues yo aún era muchacha,
De cría tenía facha,
No era nada vivaracha,
Para andar por el subsuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Pronto me abastardarían,
Mi inocencia robarían,
Al fin catapultarían,
Mi candor de bizcochuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Huyendo de los bellacos,
Que me daban arrumacos,
Sin yo querer, ¡currutacos!
Nunca mordía el anzuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Entonces hallé cobijo,
Me encontraron escondrijo,
Y para mi regocijo,
Incluía pucheruelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

De la cuna al lupanar,
Me hallé por sino y azar,
Como abeja en colmenar,
Pero con celda de hielo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Con gusto quedé cautiva,
De un alma caritativa,
El ama bella y altiva,
Me celó como a un polluelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Y así abracé mancebía,
Al tiempo que allí aprendía
Artes de alcahuetería,
Para quehacer de señuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

viernes, 12 de marzo de 2010

Versos de la Mujer Barbuda II: De cómo la mujer barbuda cría barba y acaba por dejar la casa paterna en busca de nuevas correrías (parte iii)

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Como ya era adolescente,
Y todavía abstinente,
En un cuerpo todo ardiente
Ya me molestaba el velo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

La mantilla me arrancara,
Descubriéndome la cara,
Entonces precipitara,
Mi pesadumbre hacia el suelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Me liberé, redimida,
De mi angustia reprimida,
De mi desdicha adquirida,
De mi insólito canguelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Me quité la rispidez,
Descubrí mi desnudez,
Femenina ingravidez,
Que provocó mi deshielo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Y en desbandada a la calle,
Salí para lucir talle,
Sin dejarme ni un detalle,
Rica como un caramelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Esa fuera mi aventura,
Para paliar mi angostura,
Requerí arrodilladura,
Ante un gracioso chicuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

No fue como imaginaba,
Como siempre, me fallaba,
Me sentí una gallipava,
Por culpa de ese ciruelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Es lo que suele ocurrir,
La fábula de faquir
Se convierte en escurrir
Repetido el manojuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Una vez precipitado,
El respiro acompasado
Aumenta autopropulsado,
Si te toca un jovenzuelo.

Impúber y ya con pelo,
Rasurarme era mi anhelo.

Aquello aprendí, compadres,
Recorriendo piamadres,
A que nunca te desmadres
Por imberbe tunantuelo.