Nadie te está revolviendo,
Esas tripas de chorlito,
Ni te está hurgando la nuez
Con la crudeza que yo
Te agito el acorazado,
Te zarandeo las masas
De tu cuerpo de hojalata,
Que no tienes corazón.
Y te sacudo a conciencia,
De toda esa veta henchida,
Y te reinvento de nuevo,
Don Juan de mis almas rotas.
Nadie te sabe despojar como yo,
De todo lo que ha sido en vano,
De todas las justas blandidas,
De las batallas perdidas,
Las ofensivas falladas,
Las luchas a contrapelo,
Reyertas de cafres muertos,
Las trifulcas mañaneras,
Las pendencias soñarreras,
Que en tu sueño los agarras,
Por el cuello a los piratas,
Y te quedas con las dudas
De ganar tantos honores,
De chorrocientos galones.
En la noche, calaveras,
Que se mofan de tu estofa,
Que te ven como un milhombres,
En la sombra amanecida,
A los que la oscuridad
Les ciega el ojo y la vida,
Porque pierden tanta sangre
En fragores de alucine,
Que no saben dónde están,
Y no saben si llegar,
Ni si comenzar a andar
Por el sendero que vine.
Lo de fustigarme, te cuento,
No es un modo imaginario,
De caer del campanario,
Sino un refugio, una idea
Del amor, equivocada.
"No hay religión más elevada que la verdad", Helena Petrovna Blavatsky dixit.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Viaje al centro de mi hígado II
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El amor,
El intimismo,
El poemario: "Los demonios que me quedan",
Las obsesiones,
Viaje al centro de mi hígado
viernes, 26 de noviembre de 2010
Viaje al centro de mi hígado I
Lo de fustigarme, te comento,
No es un sistema cualquiera
De eludir la primavera,
Sino un refugio, una idea
Del amor, equivocada.
De todas esas veces que te cuento
Cositas a la sombra de la higuera,
Una mitad las baña la leche,
Y la otra mitad la comezón.
Tus brazos son de polvo y urticaria
Siempre que nos arrechuchamos,
Y cuando sorteamos los caminos
En busca de ese grial de calostro,
Bendito, sagrado y santificado,
Que nos llene, a mí la madre,
A ti otra cosa,
De la vida que hemos de vivir,
De auspicio, se supone,
Y de cómo sabes
Que me flagelo y que me muero por tu pelo,
Que me dejas por los suelos,
Nos perdemos, cervantinos.
Esta mañana ha sido tu rostro,
Lo primero que he visto en mi cama,
Desde una tierra prometida, extraña.
No es un sistema cualquiera
De eludir la primavera,
Sino un refugio, una idea
Del amor, equivocada.
De todas esas veces que te cuento
Cositas a la sombra de la higuera,
Una mitad las baña la leche,
Y la otra mitad la comezón.
Tus brazos son de polvo y urticaria
Siempre que nos arrechuchamos,
Y cuando sorteamos los caminos
En busca de ese grial de calostro,
Bendito, sagrado y santificado,
Que nos llene, a mí la madre,
A ti otra cosa,
De la vida que hemos de vivir,
De auspicio, se supone,
Y de cómo sabes
Que me flagelo y que me muero por tu pelo,
Que me dejas por los suelos,
Nos perdemos, cervantinos.
Esta mañana ha sido tu rostro,
Lo primero que he visto en mi cama,
Desde una tierra prometida, extraña.
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Las obsesiones,
Viaje al centro de mi hígado
jueves, 18 de noviembre de 2010
Mad Woman
Las perneras de tus pantalones,
Los faldones de tu camisa
Y el nudo de tu corbata
No son arrecifes de los que me quiera colgar.
Que me he propuesto dejarte,
Albedrío de los hombres,
Para no llenarte el sueño de soniquetes
De baba y lágrimas,
Ni de besos estrangulados.
Hombre trastornado,
Meapilas perturbado,
Paradójico donnadie,
Excéntrico petimetre,
Me voy para no volver,
Me llevo la pitillera,
La petaca y la boquilla.
Y ya no me esperes más.
Si me acusan: ¡verbenera!
No vengas a suplicar
Que te acoja entre mis brazos,
Porque ya no ocurrirá.
Las perneras de tus pantalones,
Los faldones de tu camisa
Y el nudo de tu corbata
No son arrecifes de los que me quiera colgar.
Los faldones de tu camisa
Y el nudo de tu corbata
No son arrecifes de los que me quiera colgar.
Que me he propuesto dejarte,
Albedrío de los hombres,
Para no llenarte el sueño de soniquetes
De baba y lágrimas,
Ni de besos estrangulados.
Hombre trastornado,
Meapilas perturbado,
Paradójico donnadie,
Excéntrico petimetre,
Me voy para no volver,
Me llevo la pitillera,
La petaca y la boquilla.
Y ya no me esperes más.
Si me acusan: ¡verbenera!
No vengas a suplicar
Que te acoja entre mis brazos,
Porque ya no ocurrirá.
Las perneras de tus pantalones,
Los faldones de tu camisa
Y el nudo de tu corbata
No son arrecifes de los que me quiera colgar.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ride the white horse
Si has buscado aquel estado lejano en gúguel,
Si has deshojado margaritas,
Si has contemplado alguna vez mis ojos
Entrevistos a la luz de claraboyas,
Cuando los convierto en orientales,
En medio de una bruma londinense
De demasiada hierba.
Si has querido alguna vez respirarme al raso
Abrir mis poros,
Y sacarme lo que tengo dentro,
Si has anhelado mancillar mi cama
Con todo el irrespeto que eso suponga.
Si has deseado tirarme de un padrastro
Y despellejarme viva,
Dejarme desnuda,
Desollarme pulcramente.
Si has buscado terminaciones nerviosas
En la palma de mi mano a ciegas,
Para reseguir todos los recintos de mi cuerpo
A una.
A caballo me has llegado.
Si has deshojado margaritas,
Si has contemplado alguna vez mis ojos
Entrevistos a la luz de claraboyas,
Cuando los convierto en orientales,
En medio de una bruma londinense
De demasiada hierba.
Si has querido alguna vez respirarme al raso
Abrir mis poros,
Y sacarme lo que tengo dentro,
Si has anhelado mancillar mi cama
Con todo el irrespeto que eso suponga.
Si has deseado tirarme de un padrastro
Y despellejarme viva,
Dejarme desnuda,
Desollarme pulcramente.
Si has buscado terminaciones nerviosas
En la palma de mi mano a ciegas,
Para reseguir todos los recintos de mi cuerpo
A una.
A caballo me has llegado.
sábado, 13 de noviembre de 2010
La poetisa le cuenta a su amor por qué deja de escribirle
Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
Federico García Lorca
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
Federico García Lorca
Que no te dejaré saber qué escondo,
Ni lo que vengo escribiéndote hasta ahora,
No voy a dejar que este despotismo
Me inunde en días negros para siempre,
Y así cuelgo la pluma en tus narices,
Y así me llevo todo de repente,
Me guardo el corazón en un hatillo,
Por desaparecerme en los jamases.
Ni lo que vengo escribiéndote hasta ahora,
No voy a dejar que este despotismo
Me inunde en días negros para siempre,
Y así cuelgo la pluma en tus narices,
Y así me llevo todo de repente,
Me guardo el corazón en un hatillo,
Por desaparecerme en los jamases.
Esta vez has sido tú quien sin conciencia
Me ha abierto venas en duelo de sangre,
Me ha escurrido los pliegues de la almohada
Para dejarme tuerta e infecunda,
Yermando los doseles de mi estancia
Con siniestra burbújula magnética,
Con estruendo de sordina impenetrable,
Sin el eco de la noche escarlatina,
Sin las voces de la parranda de humo.
Que, vamos, que me dejas extraviada,
Perdida y de nuevo en la estacada,
Que esta opresión que me merma las alas
Acabe para siempre y sin despecho.
Y no voy a leerte más poemas,
Porque esto es el final de mi batalla.
Esta vez has sido tú quien rivalmente,
Me ha cerrado los ojos, tan postrero,
Como un muerto incandescente y fatuo,
Como una muerta sola, boca arriba.
Porque me he muerto para ti, para siempre,
Me he muerto y ya no volveré a la vida.
Me ha cerrado los ojos, tan postrero,
Como un muerto incandescente y fatuo,
Como una muerta sola, boca arriba.
Porque me he muerto para ti, para siempre,
Me he muerto y ya no volveré a la vida.
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sábado, 6 de noviembre de 2010
Brete y membrete
Recordarás las calles por las que he paseado tu cadáver,
Las recordarás una por una,
Que después de grabarte a fuego en la quijada
Que eras de mi propiedad como una res,
No me ha quedado más remedio
Que darte matarile, rile, rile.
Recordarás uno a uno, callejones,
Por los que te arrastré envalentonada,
Todo una fantasía, una quimera,
No heredarás de mí más que una herida,
Grabada a fuego, a hierro
Y lentamente,
De mí te escaparás,
Niño doliente.
Pero antes me aseguraré, vacuno,
Que te ha quedado claro que eres mío,
Nadie te marcará como a esa res,
Que el tatuaje calcinado es de mi agrado,
Que sólo esta matanza va a salvarte.
Voy a dejarte medio vivo por los días
En que me declarabas amoríos,
Por nada más te dejo revivirte,
Que habrás de recordarme para siempre.
Siempre serás un muerto,
Un zombi inerte,
Y por si fuera poco, tan marcado,
Te llevas un poquito de mi muerte.
Tienes un indeleble tatuaje,
Que me sé cómo entintarte sin correrse,
Que sé cómo marcarte a hierro ardiendo.
A hierro me has matado, a hierro muere,
Recordarás las opacas travesías
Por las que paseaste el corazón,
Y nunca olvidarás lo que te dije,
Y nunca olvidarás lo que te hice,
Pues te marqué sin duda,
A hierro,
Y luego, ya después, te despojé.
Las recordarás una por una,
Que después de grabarte a fuego en la quijada
Que eras de mi propiedad como una res,
No me ha quedado más remedio
Que darte matarile, rile, rile.
Recordarás uno a uno, callejones,
Por los que te arrastré envalentonada,
Todo una fantasía, una quimera,
No heredarás de mí más que una herida,
Grabada a fuego, a hierro
Y lentamente,
De mí te escaparás,
Niño doliente.
Pero antes me aseguraré, vacuno,
Que te ha quedado claro que eres mío,
Nadie te marcará como a esa res,
Que el tatuaje calcinado es de mi agrado,
Que sólo esta matanza va a salvarte.
Voy a dejarte medio vivo por los días
En que me declarabas amoríos,
Por nada más te dejo revivirte,
Que habrás de recordarme para siempre.
Siempre serás un muerto,
Un zombi inerte,
Y por si fuera poco, tan marcado,
Te llevas un poquito de mi muerte.
Tienes un indeleble tatuaje,
Que me sé cómo entintarte sin correrse,
Que sé cómo marcarte a hierro ardiendo.
A hierro me has matado, a hierro muere,
Recordarás las opacas travesías
Por las que paseaste el corazón,
Y nunca olvidarás lo que te dije,
Y nunca olvidarás lo que te hice,
Pues te marqué sin duda,
A hierro,
Y luego, ya después, te despojé.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
El Humus II
Hampón estrecho de miras,
¿Es que no te has dado cuenta
Que escribo para olvidarme
De tu tonsura de monje,
De tus ojos, hendiduras,
De tu cuerpo de maíz,
De tus labios de marisma,
De tus dedazos de arcilla?
Eres un bribón de calle,
Un patán de carretera,
Un borrachuzo de barra,
Un canalla de burdel,
Un miserable de tasca,
Un golfo de puticlub,
Un matón de lupanar,
Un fanfarrón de tugurio,
Un truhán de cuchitril,
Un rufián de bodegón,
Un tunante de motel,
El hijoputa de un antro
Que se rebela mezquino
Que mísero te apuñala,
Por un poco de carnaza,
Por el muslo meretriz
De alguna zorra barata.
Eres un lumpen del hampa,
Un proletarien sin vida,
Un vendido maleante,
Un traficante de alientos,
Jerigonzante y siniestro.
Y además, hueles a humus.
¿Es que no te has dado cuenta
Que escribo para olvidarme
De tu tonsura de monje,
De tus ojos, hendiduras,
De tu cuerpo de maíz,
De tus labios de marisma,
De tus dedazos de arcilla?
Eres un bribón de calle,
Un patán de carretera,
Un borrachuzo de barra,
Un canalla de burdel,
Un miserable de tasca,
Un golfo de puticlub,
Un matón de lupanar,
Un fanfarrón de tugurio,
Un truhán de cuchitril,
Un rufián de bodegón,
Un tunante de motel,
El hijoputa de un antro
Que se rebela mezquino
Que mísero te apuñala,
Por un poco de carnaza,
Por el muslo meretriz
De alguna zorra barata.
Eres un lumpen del hampa,
Un proletarien sin vida,
Un vendido maleante,
Un traficante de alientos,
Jerigonzante y siniestro.
Y además, hueles a humus.
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