sábado, 11 de diciembre de 2010

Un secreto

Por las noches, esta noche,
No te ha examinado nadie,
No te han visto el amasijo,
Ni perseguido el dolor
De tu mortecina espina,
De tu médula de astilla,
No se saben tu escondrijo,
Para el cárdeno guisante
De mi cama sin fisuras,
De tu innombrable saeta.

Ni conocen aspirina,
Ni droga que te conforte,
Que te devuelva el color,
Que te provoque esa apnea
Que buscas al respirar.

Y el corazón te chorrea
Como caldosa peonza,
Sangre que no ha de caber,
En esta apretada esponja.

Por más que te encuentre ajado,
Por más que tú te me escapes,
Yo te lo voy a decir.

Cáigate como aguacero,
Como mil lluvias nefandas,
Por las noches, esta noche,
Sin que tú te lo imagines,
Soy dueña de tus meadas,
Antes de que las termines.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La primera estrofa, para mí, es la mejor.

En la segunda, me chocan los tres primeros versos:

"Ni conocen aspirina,
Ni droga que te conforte,
Que te devuelva el color,"

porque buscan una supresión de un mal o de la muerte. "Devolver la color" me recuerda siempre a los textos clásicos, a reavivar a alguien. Pero los dos últimos:

"Que te provoque esa apnea
Que buscas al respirar."

dicen que esos remedios contra la "muerte" son para que te provoque la asfixia que busca al respirar. Es decir, que lo que al principio se me presenta o entiendo como remedios anti-mortem, ¿resulta que la buscan?

Lo del corazón chorreante me recuerda a aquel libro sobre el que vomitaba Montserrat Amores, aquél que nos ponía como ejemplo de mala literatura (y, sin embargo, no hacía con Doña Luz o Sotileza, pero no voy a entrar en esta encendida discusión). XD

Como voy ya despistadillo del segundo verso, voy desorientado en los siguientes, así que no ligo muy bien con el principio la vendetta blavatsquiana de la última estrofa que se me acaba abruptamente en el paladar.

Aunque crítico, me enamora la primera estrofa.