O tarareaba por
debajo las costuras
Que eras mi vida y mi muerte.
Nunca acabaste de verle la gracia a Rossetta’s Stone,
Parecía como si no creyeras que entender
Mi lengua materna
Mereciera un ápice de tu tiempo,
Aunque me soslayabas
Muchas veces
Con tu acento
Y me decías “gracias” y sabías lo que significaba.
Que eras mi vida y mi muerte.
Nunca acabaste de verle la gracia a Rossetta’s Stone,
Parecía como si no creyeras que entender
Mi lengua materna
Mereciera un ápice de tu tiempo,
Aunque me soslayabas
Muchas veces
Con tu acento
Y me decías “gracias” y sabías lo que significaba.
Una vez dijiste
que tenía ojos de mapache,
Y no era de haber llorado en tu regazo durante horas,
Era mi lápiz de khol, que a veces,
Se me queda enganchado en los dedos
Y traza las líneas más oscuras por donde hayan de esbozarse los caminos
Que cada uno siga hasta su sien particular.
Y no era de haber llorado en tu regazo durante horas,
Era mi lápiz de khol, que a veces,
Se me queda enganchado en los dedos
Y traza las líneas más oscuras por donde hayan de esbozarse los caminos
Que cada uno siga hasta su sien particular.
Parece que los
ojos se me hubieran llenado de surcos,
Como tanta cupletista cantando con voz de ajenjo,
Una de las coplas que escuchaba en la niñez.
Como tanta cupletista cantando con voz de ajenjo,
Una de las coplas que escuchaba en la niñez.
Entonces me
decías que mi voz era hermosa,
Cómo no haberte creído,
En los pantanos de tus palabras, donde la noche más sombría se vuelve
Y se torna el día más luminoso, y las luces opacas de una carretera lonely
Se convierten en puntos que no doma la distancia.
Cómo no haberte creído,
En los pantanos de tus palabras, donde la noche más sombría se vuelve
Y se torna el día más luminoso, y las luces opacas de una carretera lonely
Se convierten en puntos que no doma la distancia.
Cómo no haber
seguido de frente tus discursos,
Y haber intentado intercalarlos de españoles soniquetes,
Cuando tus besos me apartaban del mundo
Y aunque no comprendiera todas las letras de tu boca,
Sabía que bebías despacito de mis labios,
Y que escuchabas de veras las canciones de mi vida.
Y haber intentado intercalarlos de españoles soniquetes,
Cuando tus besos me apartaban del mundo
Y aunque no comprendiera todas las letras de tu boca,
Sabía que bebías despacito de mis labios,
Y que escuchabas de veras las canciones de mi vida.
Me lo dijeron mil
veces.
Yo sólo pretendía
relatarte la forma en que los recodos de mis venas
Se extenuaban de tanto fragor
Cuando me querías,
Y era tan difícil conseguir las palabras
Para hacerte arder en mi locura primigenia,
Que empecé a revolver en demasiados cajones
Para perder por siempre la oportunidad de hablarte.
Se extenuaban de tanto fragor
Cuando me querías,
Y era tan difícil conseguir las palabras
Para hacerte arder en mi locura primigenia,
Que empecé a revolver en demasiados cajones
Para perder por siempre la oportunidad de hablarte.
Y ya supe que
siempre te perdería un poco
Y encontraría el dolor para fingir que te tengo,
Y abriría la boca para ahogar tantos gritos,
Y tantas melodías olvidadas en falsete.
Y encontraría el dolor para fingir que te tengo,
Y abriría la boca para ahogar tantos gritos,
Y tantas melodías olvidadas en falsete.
Perdí el derecho
a conjurarte en las noches,
Y a suplicar que te vuelvas conmigo,
Y a invocarte en las horas de asueto
Cuando el padecimiento me trepa las tripas,
Cuando en el barrizal de mis lapsos de angustia,
Sólo quiero exhortarte y no exorcizarte,
Para hechizar de nuevo tus ojos nacientes,
Porque sólo requiero que tú seas mi muerte.
Y a suplicar que te vuelvas conmigo,
Y a invocarte en las horas de asueto
Cuando el padecimiento me trepa las tripas,
Cuando en el barrizal de mis lapsos de angustia,
Sólo quiero exhortarte y no exorcizarte,
Para hechizar de nuevo tus ojos nacientes,
Porque sólo requiero que tú seas mi muerte.
2 comentarios:
Siempre queda algún torcido que conjurar en las noches.
Pues sí...
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